viernes, 25 de septiembre de 2009

Los angeles







Ya desde el siglo VI, Dionisio Aeropagita, nos explica que existen jerarquías dentro de la congregación de ángeles. Nos dice que son tres jerarquías: en la primera están los Serafines, los Querubines y los Tronos, en la segunda tenemos a las Potestades, Virtudes y Poderes. Y finalmente, más cerca de nosotros, están los Principados, Arcángeles y Ángeles.






Un ángel de la guarda es un espíritu de Dios que protege y dirige a una persona en particular. La noción de “ángel de la guarda” y de su jerarquía fue desarrollado extensamente durante el siglo V A.C. por Pseudo Dionisio Aeropagita.
La creencia ortodoxa contemporánea sostiene que los ángeles de la guarda protegen a la humanidad y elevan rezos a Dios, a la manera de intermediarios.
La doctrina que nos enseña el Antiguo Testamento, concibió a los ángeles como mensajeros de Dios que realizan sus órdenes. Incluso los niños pequeños tienen ángeles de la guarda, y se considera que estos mismos ángeles tienen que satisfacer una misión en la Tierra.
Entre las menciones que el Nuevo Testamento hace de la doctrina de los ángeles de la guarda, podemos recordar al ángel que socorrió a Cristo en el jardín, y al ángel que liberó a San Pedro de la prisión.
La tercera jerarquía de los ángeles, como explicaremos más adelante, se encuentra compuesta por principados, ángeles y arcángeles. Los principales arcángeles son tres: San Miguel, San Gabriel y San Rafael. Sus fiestas canónicas se celebran el día 29 de septiembre.
El significado del nombre de San Rafael es "el que sana". Es un arcángel que se encuentra siempre cerca de los hombres para ayudarlos a paliar su dolor.




jueves, 24 de septiembre de 2009

Los peces del abismo



Reseñar El abismo es particularmente complicado, habida cuenta de las muchas –casi todas relevantes– líneas que confluyen en su urdimbre argumental. Lo intentaré: un submarino nuclear encalla misteriosamente en abismales profundidades oceánicas. Una troupe de perforadores petroleros, cuya base está plantada cerca del lugar del hecho, es convocada para reflotarlo. Como nada saben de cuestiones militares, una troupe muy otra –los famosos Navy Seals de la marina yanqui– es enviada para supervisar la operación. Primera línea de conflicto: la paranoica necedad de los marines, encarnada por el teniente Coffey (Michael Biehn), contra el sentido práctico del perforador en jefe, Bud, magistralmente interpretado por Ed Harris.
Por cierto que el calibre del enfrentamiento crecerá en la medida en que las discusiones involucren la vida y la muerte de todos los presentes, con lo que la sangre llegará al río (o más concretamente, al mar). En tanto, la mismísima ex de Bud (Mary Elizabeth Mastrantonio, muy sugestiva como "a su pesar") es la pata cienfífica de la expedición. Y chocará con las restantes. En adelante la tensión –que aquí es presión– corre por cuenta de elementos más o menos esperables: la propia masa de agua (presión atmosférica), la aparición de un huracán que los condena a todos a una exasperante cuarentena en las profundidades (presión temporal), etc. Pero hay una veta misteriosa que se va insinuando lenta, suavemente. El que mueve los hilos es nada menos que James Titanic Cameron, y acá lo hace de maravillas. El efecto claustrofobia está magníficamente logrado –la unidad espacial es monolítica–, las escenas de asfixia están llamadas a dejar al público boqueando y en los efectos especiales puede descubrirse el exitoso ensayo general del siguiente film del canadiense, Terminator 2.
El abismo también da la nota por su vertiente extraterrestre: ciertas criaturas de inquietantes rasgos harán su aparición a la debida hora. Hubo quienes opinaron que el ya opíparo menú del film podría haber prescindido de un agregado como este. Pero no es menos cierto que lo aprovecha para retratar a los extraterrestres con un trazo polémico, decididamente audaz, en el que los efectos especiales, acaso por vez primera, se ponen al servicio de voces poéticas y pasos de ballet.

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